viernes, 25 de abril de 2008

Del tráfico humano en el XXI - I, septiembre 02, 2004

Algo sospechoso me parece se utilicen el descanso veraniego para modificar o regular en materia de inmigración. En esta cuestión básica, la administración pública, en muchas ocasiones, parece legislar para el patrón y olvidar los intereses de la mayoría de los ciudadanos comunes. En pocos años, nos estamos viendo inundados de personas de otros países que vienen aquí con la esperanza de hallar un mundo mejor al suyo. Se inició, pienso, trayendo jornaleros de temporada para la recogida de la fruta. Localizado el fenómeno en zonas concretas del país. Su extensión a todos los sectores productivos de la geografía nacional ha sido muy rápido y en número creciente. Extremadura y Galicia – leo - registran el menor número de inmigrantes. Miles de personas han entrado y siguen entrando por tierra, mar y aire, tal como si se tratase de una maniobra militar. Al mismo tiempo que engrosan la población, también acaparan múltiples puestos laborales, en una infeliz competencia desleal con los naturales. Los iberoamericanos (latinos), en su mayoría de habla hispana, algunos con formación superior, hallan trabajo en el cuidado de niños, de ancianos y de otros menesteres domésticos; también en actividades de servicios (camareros, dependientes, administrativos, etc.). Los africanos - magrebíes y subsaharianos - en ocupaciones en las que no se requiere mucha cualificación, pero sí mayor esfuerzo físico (jornaleros agrícolas, construcción, saneamiento, limpieza...). Mientras que los talleres clandestinos de confección, los bazares y restaurantes, parecen ser ámbito de las faenas realizadas por asiáticos de origen chino. Siendo al colectivo inmigrante de las mujeres jóvenes al que, en ocasiones, le toca el peor de los roles: "empleadas" en el negocio universal y viejo de la prostitución

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Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.